“Todas las clases tienen algún alumno un poco diferente del resto. Demasiado a menudo, estos elementos centrífugos acaban siendo marginados por el grueso de los compañeros del aula. Àngel Burgas, en El anticlub, da la vuelta a la tortilla y convierte a esos chavales en motor de las aventuras de una pandilla de estudiantes de la ESO. La historia, todo y ser de carácter realista, sigue un poco los parámetros de las películas de Tim Burton: convierte los elementos excéntricos en protagonistas”.
Sebastià Roig. Diari de Girona. Suplemento Letras. Noviembre 2002..
“De entrada el club resulta simpático. Los personajes que forman parte de él nos recuerdan a los chicos y las chicas que tienen dificultades de integración en un aula y en la sociedad en general. Y si bien resulta entrañable el afecto que se tienen y la solidaridad entre el grupo que demuestran, es difícil justificar como proceden”
Marta Luna. Faristol. 2002.
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